Mat 26:69 Mientras sucedía todo esto, Pedro estaba sentado en el patio del palacio. De pronto, una sirvienta se le acercó y le dijo: —Tú siempre estabas con Jesús, el de Galilea.
Mat 26:70 Y delante de todos, Pedro le contestó: —Eso no es cierto; ¡no sé de qué me hablas!
Mat 26:71 Pedro salió por la puerta del patio, pero otra sirvienta lo vio y dijo a los que estaban allí: —Este también estaba con Jesús, el que vino de Nazaret.
Mat 26:72 Pedro lo negó de nuevo y dijo: —¡Les juro que no conozco a ese hombre!
Mat 26:73 Un poco más tarde, algunos de los que estaban por allí se acercaron a Pedro y le dijeron: —Estamos seguros de que tú eres uno de los seguidores de Jesús; hablas como los de Galilea.
Mat 26:74 Pedro les contestó con más fuerza: —¡Ya les dije que no conozco a ese hombre! ¡Que Dios me castigue si no estoy diciendo la verdad! En ese momento un gallo cantó,
Mat 26:75 y Pedro se acordó de lo que Jesús le había dicho: «Antes de que el gallo cante, vas a decir tres veces que no me conoces.» Entonces Pedro salió de aquel lugar y se echó a llorar con mucha tristeza.
“Porque aun tu habla te deja al descubierto” dice una versión, El gran riesgo que correremos al estar con Jesús es que muy seguramente terminaremos hablando algo parecido a él, y esas son marcas que aunque queramos alejarnos de él, siempre algo dejara al descubierto que estábamos con Jesús. Señor imprégname de ti, para que cuando quiera alejarme aunque sea un poquito, tus rasgos me lo impidan, quiero parecerme más a ti mi amado salvador.
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